Resaca de vivir

Resaca de vivir

jueves, 30 de enero de 2014

CON LEJÍA Y NO CON TIZA

Tenéis que darme las gracias por no añadir una foto a la anécdota de hoy. Os aseguro que me lo agradeceréis.

Salgo de la Enfermería en dirección a la habitación de Antonia, cuyas úlceras me están esperando para darme los buenos días, cuando avanzando por el pasillo, empiezo a encontrarme algo así como abstractas pinturas rupestres, y pido perdón de antemano por la comparación.
Tardo en darme cuenta, sólo llevo aún un (bendito) café encima, pero el olor y la presencia de Josefa merodeando por la escena del crimen, me alertan de lo sucedido: Josefa ha defecado en el pasillo y se ha entregado en cuerpo y alma a la pintura de brocha gorda con sus heces...

Cuando regreso de vuelta, una cura menos ué, veo a la limpiadora haciendo desaparecer con sus productos químicos marca blanca el arte de Josefa, mientras muerta de risa, reprende cariñosamente a la residente, gastándole bromas entre carcajadas propias del mejor chiste, y lo que es aún más sorprendente, dándole un cariñoso abrazo.
"¡Toñi, qué buen humor hija!" le digo sin pararme. Ella me responde: "Ay Isa, si es que me da una penica Josefa, la pobre no se da cuenta de lo que hace, y es tan buena... ya nos llegará a nosotras... además, que todo lo malo sea ésto"

Me alejo de la escena maravillada de la actitud que Toñi adopta ante su arduo quehacer diario, pensando que sin ella pretenderlo, hoy me ha dado una lección de vida, con lejía y no con tiza.

Entonces le ruego al cielo, a la vida, a lo que sea que se ruegue en estos casos, que a esta mujer de eterna sonrisa, con sus mechas recogidas en una pinza color fucsia, su frente bañada en sudor, sus pantalones arremangados, sus lumbalgias siempre a cuestas, su ya no esperar nada de la vida pegado a la piel, se le devuelva de algún modo el favor.

Que la vida se salga por un momento de su indiferente dinámica.
Que el principio de justicia rija de repente el mundo.
Que todo se configure para que el universo conspire a favor de sus más profundos anhelos.
Que la escala de valores sobre la que se sustenta esta deshumanizada humanidad se reestructure.
Que esas cosas de las que nadie habla, esas que nunca están de moda, esas que importan de verdad, sí, sí, esas que dejamos de lado cada día para vestirnos y hablar y hacer de lo que no somos, tomen de una vez por todas el control de este barco sin rumbo que va a la deriva.
Que la delicadeza, la ternura, la compasión, la amabilidad, la empatía... dejen de estar en vía de extinción.

O en fin, bajando un poco este utópico listón, que a esta mujer que a pesar de todas las palizas sale a la calle y da gracias a la vida, también la abracen cuando, atrapada en una cruel demencia, juegue con sus excrementos.



domingo, 26 de enero de 2014

PAPEL Y TINTA


Siempre me ha resultado grotesca la imagen que, cada vez que fallece algún residente, tiene lugar en la Enfermería: un puñado de manoseados folios que contienen todo el historial médico del ya ausente residente, yacen apilados y listos para dárselos al director de la Residencia que se encargará, con el tiempo, de destruirlos, borrando así las achacosas huellas de un ser siempre cansado.

El proceso previo es apilarlos, claro. Esa tediosa tarea de sacar del archivador, que más pronto que tarde pertenecerá a otra persona, las órdenes de tratamiento, registros de curas, hojas de cambios posturales, informes de evolución, interconsultas con especialistas, anaíticas...

Un retrato que, en forma de antecedentes médicos, medidas sintomáticas y alivios temporales, refleja una historia perdida de antemano contra el tiempo.
Retales de una identidad ya marchita que pronto será pasto del olvido.
Toda una vida entera reducida de pronto a papel y tinta.
Escasos días gloriosos, alto porcentaje de días sin pena ni gloria, siempre demasiados días de náusea y temblor. Todos ellos metidos por igual en el mismo saco de vacío.
El verbo ser, condenado a ser conjugado para siempre en pasado.
Las cosas que importaban dando ya igual.

Un archivador libre que queda disponible para que, sin más preámbulo ni demasiados aspavientos, pase el siguiente.

jueves, 23 de enero de 2014

CONCHA Y MANUEL

Concha y Manuel nacieron en plena huerta murciana, donde en vez de calles hay carriles, en una época en la que el matrimonio era una rígida unidad indisoluble. Se supone que así era, pero sobre todo así tenía que ser.
Hoy presumen de llevar a sus espaldas 60 años de matrimonio más 7 de novios, que se dice pronto.
Él trabajó toda su vida de celador en un hospital y, como todo sanitario, y a pesar de ser poquito hablador, más de una vez me ha relatado alguna de las aventuras que protagonizó con su camilla de arriba abajo.
Ella se encargó siempre de la casa. Compras, limpieza, comida, y vuelta a empezar. Pero sobre todo se encargó de cuidarlo a él. Sus palabras me avalan: "Yo, a parte de su mujer, he sido siempre su madre, ya sabes, estos hombres, qué sería de ellos sin nosotras..."

Desde que ingresaron en la Residencia hace ya 4 años, sus vidas transcurren dentro de la rutinaria y parsimoniosa normalidad que se puede esperar a esa edad: ciertas limitaciones físicas que precisan de ayuda para algunas actividades, función cognitiva bastante conservada, sopas, purés y comidas sin sal, pañuelos en la manga de la rebeca, misa todas las tardes, pañales y zapatos ortopédicos, bingo los viernes, taller de terapia ocupacional, manta de cuadros y estampitas de santos, largos ratos de sillón en los que habitar el pasado siempre es una buena opción, recuerdos de los que echar mano cuando el presente se extiende como una hoja en blanco y ya apenas te queda tinta, poquito ya que decirse el uno al otro cuando ya la vida se encarga de hablar por sí sola... en fin, la vejez.

Así fluían los días... y, de pronto, el abismo.
Manuel amanece un día con disartria, lenguaje incongruente, desviación de la comisura bucal, parálisis del lado derecho del cuerpo.
Tras ser valorado en el hospital, las pruebas diagnósticas nos confirman lo temido y esperado: Ictus isquémico subagudo en territorio posterior.
Resultado: sonda nasogástrica por la que se alimentará de ahora en adelante ya que no volverá a ser posible que vuelva a comer, heparina subcutánea para combatir el riesgo de hipercoagulación que conlleva la inmovilidad de estar postrado en una cama, medicación por si se agita, y de la analgesia, que se encargue su médico de cabecera.

Y aquí estoy yo, frente a Manuel, mirándole. Trato de no apartar la vista, que es justo lo que me pide el cuerpo; pirarme, alejarme, refugiarme en mi pompa, sumergirme en mi smartphone y borrar esta macabara imagen. 
Pero, en mi terquedad, sigo mirándolo, y entonces descubro que el derrotado hombre que yace en la cama, aun con los ojos de Manuel, la boca de Manuel y el pelo de Manuel, ya no es en absoluto Manuel.
El ruido de la silla de ruedas de Concha entrando a la habitación me arranca de mi ensimismamiento. Se ha ausentado para bajar a comer pero ya está aquí, me explica. Ya no hay siestas, ni bingo, ni terapia que valga. Ahora simplemente acompaña a su marido y reza junto a él el rosario.

Y resulta curioso, pero al mirar a Concha, me doy cuenta de que, sin ser ella la que ha caído enferma, ha sufrido la misma transformación que su marido Manuel. Porque Concha tiene los ojos de Concha, la boca de Concha, el pelo de Concha. Habla y se mueve como Concha. Pero no hay duda, la mujer que me desarma con su mirada desconsolada, ya no es Concha.


CONCHA Y MANUEL - Parte 2

lunes, 20 de enero de 2014

CUCHILLOS Y PEINES


Amanece un nuevo día cuando llego a la Residencia. Atravieso el aún dormido pasillo mientras acuden a mí pensamientos del tipo: ¿Tendré muchas curas? ¿Se me presenterá alguna urgencia que atender? ¿Se me atrancará alguna vena? ¿Me tocará trabajar con mis auxiliares favoritas? ¿Sacaré hoy a pasear mi misantropía ocasional?
Me encuentro como cada día, casi a la altura de la misma baldosa si me apuras, con Josefa, que siempre sonriente, me da los buenos días.
De pronto algo en ella llama mi atención. No es su peculiar caminar que casi podría reproducir con los ojos cerrados, ni las numerosas arrugas que surcan su rostro, de esas que de hablar, contarían miles de historias.
Lo que llama mi atención es que Josefa va peinándose nada más ni nada menos que con un cuchillo. Sí, con un cuchillo.
Después de arrebatárselo y explicarle que eso no es un peine, inútil pero obligada explicación que no entiende, tomo una foto del arma elegida por la residente para atusar su cabello.
Cualquiera que se tome la molestia de mirar la foto, verá un simple cuchillo de mango amarillo, sin más. Pero para mí, sin duda, esta foto encierra mucho más. 
Este cuchillo me habla de las miles de anécdotas que atesoro como enfermera, incontables y surrealistas.
Me habla de lo inesperado, de lo sorprendente, del asombro que nunca te abandona del todo por mucho tiempo que trabajes con esta clase de pacientes.
Me habla de la ternura que inevitablemente se apodera de tí cuando presencias este tipo de situaciones disparatadas.
Me habla de lo poquito que somos y lo mucho que nos creemos, de cómo el final de todos va unido de modo inevitable a una triste decadencia y de cómo, por eso mismo, estamos casi obligados a valorar hasta los actos secuenciales aprendidos más sencillos, como coger un peine, reconocer que es un peine y peinarte.

domingo, 19 de enero de 2014

DÍA DE REYES

17h. Residencia de ancianos cuyo nombre me aconsejan no mentar.
Irrumpe un carro tirado por caballos que trae, nada más ni nada menos, que a los Reyes Magos de Oriente. 3 monjas entonan aquello de "Ya vienen los Reyes Magos, ya vienen los Reyes Magos, caminito de Belén..." mientras los abuelillos dan palmas y sonríen.
La verdad, no sé en qué momento a estos 3 señores se les ocurre disfrazarse y dedicar su tarde de Sábado a visitar un Geriátrico, pero lo que sí sé es que, con un acto tan sencillo, casi banal, han conseguido algo muy valioso para esta gente: que, por lo menos, el día de hoy se diferencie en algo al día de ayer y al día de mañana. Creédme, para un anciano cuyos días son reproducciones casi exactas dentro de un tiempo básicamente de descuento, no es poco logro.
40 ancianos rumiando un Chupa-chups.... rescato esta tierna escena para mi particular colección.

NAVIDAD


Se llama Virginia y básicamente cree que el muñeco que tiene entre las manos es su hijo.
Le da el biberón, lo tapa, comenta con la gente "lo guapo que le ha salido su crío".
No me canso de contemplar la escena, mezcla de tristeza desgarradora y ternura casi insoportable, y entonces pienso que quizá la Navidad tenga que ver con eso, con un gesto que consigue removerte las entrañas entre tanto ruido, vanidad, engalanamiento y tontería.

Y AÚN ASÍ


Ella se llama Josefa. Él Antonio. Prácticamente sorda y con alzheimer respectivamente.
Realmente no se conocen, el uno no sabe el nombre del otro y apenas hablan. Pero se cogen de la mano. Día tras día se cogen de la mano.
Alejados de la realidad, profundamente sumidos en sus mundos de soledad mental, aislados sensorialmente... y, aún así, buscan de algún modo conectar con alguien, aunque sólo sea enlazando sus artrósicos dedos sin más finalidad, imagino, que sentir otro trozo de carne palpitante respirando al lado.

ÉSTO Y MUCHO MÁS

21 H. Acudo a la habitación de mi paciente Margarita a ponerle una inyección.
Tras atravesar su mùsculo gluteo mayor (o sea,el culo) con mi aguja de 0,8x40 mm, se gira desde su cama,me mira con su camisón de florecitas y me dice:
 "Oye, es un poco tarde para irte ahora a casa, si quieres te hago un hueco y duermes aquí conmigo"
Ésto y mucho más es la Geriatría =)

sábado, 18 de enero de 2014

UN POQUITO SOBRE MÍ

2013: Yo, mí, me, conmigo. Neopreno emocional. Cambio de ojos con los que miraba el mundo. Capacidad de asombro siempre preparada. Momentos de perfecta dicha dentro de la aspereza cotidiana. Tapones para conseguir silencio, ambiental y social. Alcohol, demasiado alcohol. Libros, no muchos y nunca suficientes. Música y cine, porque sin duda la vida no basta. Chucherías y derivados por doquier. La risa por todo, de todo y ante todo. Las bromas, preferiblemente absurdas y sin sentido. Alegría, especialmente la injustificada. La locura como marca de la casa y mejor arma. Nostalgia endémica. Tragos forzados de olvido. Café muy caliente y con espuma. Copas de vino. Mi cueva y mi Monty. Crecer como tarea no apta para blandengues. Confirmación absoluta de que la vida mancha. Rarezas, extravagancias y neuras. Tormentas interiores. Intensas conversaciones. Primum non nocere. Sumas y sobre todo restas. Volver a escribir. Abuso de internet y redes (anti)sociales. La boda de mi mejor amiga (♡) Los viajes, siempre cortos, siempre pocos. Muchos abrazos. Situaciones surrealistas, inesperadas y sorprendentes. La contradicción por bandera. NO JUZGAR. Adicción a las palabras, frases y párrafos. Introspección. Recuerdos que pasan a formar parte de mi piel. Amasijo de pasiones. La ilusión por sangre. Inevitable misantropía ocasional. Asertividad y un poquito de mala leche. Humor negro, humor absurdo, humor de la clase que sea pero SIEMPRE HUMOR. 
AMISTAD, de la buena, de la que se tiene que escribir en mayúscula, y también gente estupenda.
Creo que es un buen resumen de mi 2013 o por lo menos un resumen apto para ser publicado.
Nada más. Pero tampoco nada menos.
¡ FELIZ AÑO 2014!



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