Resaca de vivir

Resaca de vivir

lunes, 20 de abril de 2015

UN DÍA CUALQUIERA

"He visto sitios donde las canas salen sólo de entrar"


Hoy, Don Pedro, residente y sacerdote, me ha confesado entre lágrimas que últimamente le tiene mucho miedo a la muerte. Conchita me ha parado por el pasillo y me ha contado, visiblemente preocupada, que por primera vez en sus 91 años de vida se ha orinado encima. Josefa me ha preguntado literalmente: "señorita, ¿sabe usted cuando terminan estas vacaciones y podré volver a mi casa?. Luisa, después de recibir una simple caricia por parte de una auxiliar de Enfermería, le ha dicho: "gracias por tocarme, amiga". María Jesús, que se mueve en silla de ruedas desde hace más de una década, me ha preguntado que cuando podrá volver a caminar. Fuensanta estaba totalmente convencida de que tenía que irse a su casa porque su madre la estaba esperando para cenar, y a la Hermana Isabel le ha dado por gritar a pleno pulmón: "¡Gracias, Señor, por mandarnos tanto dolor, sólo así podemos darle gloria a Dios!"

Por eso, entre tantas situaciones grotescas que una presencia en esta Residencia, situaciones que te van minando de una u otra manera, no queda más remedio que tragar saliva, pintarte una sonrisa y aferrarte con fuerza a esos pequeños gestos, por minúsculos que sean, que nos rodean; como por ejemplo que, mientras estoy en el patio tomándome un descanso, Encarnita abra la ventana, enganche una bolsa a un par de pañuelos que hacen de cuerda, y me regale unas galletas.
Esas benditas historias y anécdotas que se cuecen en un día cualquiera en esta Residencia.





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