Resaca de vivir

Resaca de vivir

viernes, 30 de mayo de 2014

DELICADEZA



A ver, Dolores, cuéntame:
¿Por qué, a pesar de tus más de 80 años, de tu hipertensión a cuestas, de tus huesos hechos polvo, de tu hipoacusia que cada vez va a más, de tu viudez por dos veces, de tu soledad, de la histerectomía a la que fuiste sometida, de tu glaucoma, de tu falta de expectativas, de tus varices dolorosas, de arrastrar un carcinoma, vienes ahora al finalizar el día a traerme flores a la Enfermería?
¿A mí, que esta Residencia hoy me resulta infernal y no encuentro forma humana de disimular? ¿a mí, que como sigan llamándome para atender a alguien te juro que me voy a poner a gritar? ¿a mí, que sólo quiero irme de este decadente ambiente y que me dejen en paz? ¿a mí, que hoy pagaría por no tener que trabajar? ¿a mí, que de un momento a otro, como Encarna siga pidiendo medicación, voy a ponerme a llorar? ¿a mí, justamente a mí, que hace media hora cuando me pediste que te cambiara la bolsa de colostomía sentí deseos de estrangular a alguien y me dio un subidón de misantropía bestial? ¿a mí, que en vez de sentir empatía y compasión por ese agujero carnoso que atraviesa tu abdomen para que puedas defecar, sólo logré sentir repugnancia y poco más?

Gracias, Dolores, muchas gracias, las flores son muy bonitas, pero mira, regálatelas a tí misma, por saber sonreír a pesar de tantas cargas que te doblan la espalda, y no, no se las des a esta niñata que hoy está desquiciada porque está muy estresada, porque la máquina de café está rota, porque se han colado en la Enfermería dos moscas, porque no funciona la impresora, porque quiero irme a echar la siesta, o al cine a sumergirme en otro planeta, o a ahogarme en un enorme pozo de cerveza.

Todo eso pasa por mi cabeza en un segundo mientras te observo de pie ante mi mesa con tu ofrenda floral. Al final decido ser prudente y formal y reservar mis desagradables dudas para otra ocasión. Te doy las gracias y coloco las flores en un jarrón junto al ordenador.

Levanto la vista cuando te vas, miro un rato las flores, me acerco y las huelo. Decido entonces que, aunque es cierto que este trabajo dejó de ser un cuento de hadas hace tiempo, mientras ronde por aquí, por este tenebroso edificio rodeado de huerta, un pedacito de delicadeza, haré lo posible porque trabajar en este siniestro universo merezca la pena, por pintarme cada día una sonrisa nueva, por dejar el cansancio y las malas energías en la puerta, por aparcar mis problemas ahí fuera, por tratar a estos pacientes, que bastante tienen, como personas, y no como trámites que despachar cuanto antes para pasar a otra cosa.


6 comentarios:

  1. Bonica Dolores y bonica tú

    -Ange-

    ResponderEliminar
  2. Respuestas
    1. Sí, verdad? Es lo que tiene trabajar con tantos pacientes...

      Eliminar
  3. Me ha flipado. Tienen suerte de tenerte allí trabajando, sabes? Un besote.

    Por cierto...preciosas flores.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, bueno, estos días tan malos me temo que no soy buena compañía...
      Un besico,Lupe!

      Eliminar