Resaca de vivir

Resaca de vivir

jueves, 23 de enero de 2014

CONCHA Y MANUEL

Concha y Manuel nacieron en plena huerta murciana, donde en vez de calles hay carriles, en una época en la que el matrimonio era una rígida unidad indisoluble. Se supone que así era, pero sobre todo así tenía que ser.
Hoy presumen de llevar a sus espaldas 60 años de matrimonio más 7 de novios, que se dice pronto.
Él trabajó toda su vida de celador en un hospital y, como todo sanitario, y a pesar de ser poquito hablador, más de una vez me ha relatado alguna de las aventuras que protagonizó con su camilla de arriba abajo.
Ella se encargó siempre de la casa. Compras, limpieza, comida, y vuelta a empezar. Pero sobre todo se encargó de cuidarlo a él. Sus palabras me avalan: "Yo, a parte de su mujer, he sido siempre su madre, ya sabes, estos hombres, qué sería de ellos sin nosotras..."

Desde que ingresaron en la Residencia hace ya 4 años, sus vidas transcurren dentro de la rutinaria y parsimoniosa normalidad que se puede esperar a esa edad: ciertas limitaciones físicas que precisan de ayuda para algunas actividades, función cognitiva bastante conservada, sopas, purés y comidas sin sal, pañuelos en la manga de la rebeca, misa todas las tardes, pañales y zapatos ortopédicos, bingo los viernes, taller de terapia ocupacional, manta de cuadros y estampitas de santos, largos ratos de sillón en los que habitar el pasado siempre es una buena opción, recuerdos de los que echar mano cuando el presente se extiende como una hoja en blanco y ya apenas te queda tinta, poquito ya que decirse el uno al otro cuando ya la vida se encarga de hablar por sí sola... en fin, la vejez.

Así fluían los días... y, de pronto, el abismo.
Manuel amanece un día con disartria, lenguaje incongruente, desviación de la comisura bucal, parálisis del lado derecho del cuerpo.
Tras ser valorado en el hospital, las pruebas diagnósticas nos confirman lo temido y esperado: Ictus isquémico subagudo en territorio posterior.
Resultado: sonda nasogástrica por la que se alimentará de ahora en adelante ya que no volverá a ser posible que vuelva a comer, heparina subcutánea para combatir el riesgo de hipercoagulación que conlleva la inmovilidad de estar postrado en una cama, medicación por si se agita, y de la analgesia, que se encargue su médico de cabecera.

Y aquí estoy yo, frente a Manuel, mirándole. Trato de no apartar la vista, que es justo lo que me pide el cuerpo; pirarme, alejarme, refugiarme en mi pompa, sumergirme en mi smartphone y borrar esta macabara imagen. 
Pero, en mi terquedad, sigo mirándolo, y entonces descubro que el derrotado hombre que yace en la cama, aun con los ojos de Manuel, la boca de Manuel y el pelo de Manuel, ya no es en absoluto Manuel.
El ruido de la silla de ruedas de Concha entrando a la habitación me arranca de mi ensimismamiento. Se ha ausentado para bajar a comer pero ya está aquí, me explica. Ya no hay siestas, ni bingo, ni terapia que valga. Ahora simplemente acompaña a su marido y reza junto a él el rosario.

Y resulta curioso, pero al mirar a Concha, me doy cuenta de que, sin ser ella la que ha caído enferma, ha sufrido la misma transformación que su marido Manuel. Porque Concha tiene los ojos de Concha, la boca de Concha, el pelo de Concha. Habla y se mueve como Concha. Pero no hay duda, la mujer que me desarma con su mirada desconsolada, ya no es Concha.


CONCHA Y MANUEL - Parte 2

9 comentarios:

  1. Dios mio Isa... los pelos como escarpias

    -Ange-

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  2. Eso si es AMOR... Has hecho que suelte unas cuantas lagrimas.
    Gracias por compartir con el mundo tus intensas experiencias
    - doctora tq.

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    1. Ésta es mi Tuki jaja. Muchas gracias pequeña.
      Fdo. Abogado qno

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  3. Emocionada al leerla! Los vellitos de punta! saludos!! :)

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  4. Muy bueno! he empezado a leerte porque me recomendó tu amiga Marta la entrada del camino de santiago, pero me ha sorprendido gratamente todo el blog, enhorabuena!

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    1. Hola Joaquín! :)
      Muchísimas gracias por tus palabras y por tu lectura, me hace mucha ilusión :)

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